En Plan B, uno de los proyectos más emblemáticos que hemos logrado inició en 2021, cuando comenzamos a acondicionar espacios especiales para la maternidad dentro de los centros penitenciarios. No fue solo una respuesta a una necesidad, fue un avance significativo para la justicia social. Sabíamos que podíamos hacer más para mejorar las condiciones de las mujeres y sus hijos en estos entornos. Así nació la idea de las estancias infantiles
Ese mismo año, con el apoyo de nuestra comunidad, logramos acondicionar tres estancias infantiles en los centros penitenciarios de León, Guanajuato y Valle de Santiago. Cada espacio fue diseñado con la intención de brindar a las madres un lugar adecuado para convivir y cuidar a sus hijos, pero también para ofrecer una experiencia diferente, enfocada en el bienestar y el desarrollo temprano de los pequeños.
Una de las primeras madres que participó en el programa fue Carla N, quien había dado a luz dentro del centro penitenciario. Cuando fue trasladada a uno de los cuartos de maternidad, pudo experimentar un cambio tangible. Allí, no solo encontró un lugar adecuado para cuidar de su hija, sino que también tuvo acceso a talleres de crianza positiva y asesoría emocional. Fue un ejemplo claro de cómo un entorno adecuado puede cambiar la vida de una persona.
Pero el verdadero éxito fue mucho más que eso. En los meses siguientes, vimos cómo este programa transformó la dinámica dentro de los centros penitenciarios. Las madres no solo se sentían más capacitadas y tranquilas, sino que sus hijos también comenzaban a mostrar signos de un desarrollo más saludable y equilibrado. La justicia, en su sentido más amplio, se estaba aplicando no solo a través de las leyes, sino a través de acciones concretas que ofrecían una nueva oportunidad.
Lo más sorprendente es que este proyecto no solo benefició a las familias directamente involucradas, sino que también tuvo un impacto en la comunidad penitenciaria en general. Las mujeres que formaron parte de los cuartos de maternidad desarrollaron una mayor conexión con sus hijos, lo que a su vez fomentó una convivencia más armónica. Esto fue clave para su proceso de reintegración, ya que muchas de ellas se prepararon emocional y mentalmente para la vida fuera de prisión.
Hoy, el proyecto sigue creciendo. En Plan B, seguimos ampliando estos espacios y perfeccionando los programas de apoyo para que más madres puedan acceder a ellos. Lo que comenzó como un esfuerzo para mejorar las condiciones en prisión se ha convertido en un éxito rotundo, no solo para las familias que participan, sino para la sociedad en general. Este es el tipo de justicia que buscamos: aquella que se manifiesta en cambios concretos, en oportunidades reales y en vidas transformadas.
Lo que iniciamos en *2021 es solo el principio. Cada madre que participa, cada hijo que se beneficia, es un recordatorio de que el cambio es posible y de que en Plan B estamos comprometidos a seguir promoviendo la verdadera justicia para todos.