La historia de Susana N. es un ejemplo claro del trabajo que realizamos en Plan B para garantizar la continuidad y el bienestar de las familias, incluso después de que abandonan el entorno penitenciario. Susana dio a luz a su hija mientras cumplía su sentencia, y tras el nacimiento, tanto ella como su hija comenzaron a recibir el acompañamiento que ofrecemos dentro del Centro de Reintegración. Todo parecía encaminado a una vida más estable, pero al acercarse el momento en que la pequeña debía salir del centro, surgió una nueva preocupación: la necesidad de protección para la menor y su familia en el exterior.
Tanto Susana como su familia sabían que debían actuar para garantizar la seguridad de la menor. Es aquí donde entramos en acción. En Plan B no solo brindamos apoyo dentro de los centros, sino que también nos aseguramos de que nuestras beneficiarias y sus familias tengan acceso a herramientas y acompañamiento cuando enfrentan desafíos en el exterior.
En este caso, el enfoque fue trabajar directamente con la abuela materna de la niña, quien se haría cargo de ella una vez que saliera de prisión. Desde Plan B, comenzamos a ofrecer orientación legal para que la abuela pudiera solicitar una orden de protección contra el padre y asegurar la tranquilidad de su nieta. A través de este acompañamiento, no solo se buscaba proteger a la menor, sino también garantizar que la abuela contara con todo el apoyo necesario para enfrentar los retos de la crianza en estas circunstancias.
El resultado fue una protección integral para la menor. A través del esfuerzo conjunto entre Plan B, las autoridades competentes y la abuela de la niña, se logró establecer un entorno seguro para ella fuera del centro de reintegración. Este tipo de acompañamiento es fundamental en nuestra misión de asegurar que las madres y sus hijos puedan tener una vida digna y protegida después de su paso por el sistema penitenciario.
Hoy en día, la niña vive en un entorno seguro bajo el cuidado de su abuela, mientras que Susana continúa recibiendo seguimiento y apoyo por parte de Plan B, para que, cuando sea liberada, pueda reintegrarse adecuadamente a la vida familiar. Nuestra labor no termina cuando las puertas del centro penitenciario se cierran detrás de nuestras beneficiarias; continuamos acompañándolas en cada paso del camino, para que tanto ellas como sus familias tengan la mejor oportunidad de éxito y bienestar.
Este caso es un ejemplo de cómo trabajamos para ofrecer soluciones reales y sostenibles a los desafíos que enfrentan las mujeres privadas de su libertad y sus seres queridos. En Plan B, creemos que la justicia no se detiene en la reclusión, sino que debe extenderse a la protección y el acompañamiento en la vida post-penitenciaria. Y casos como el de Susana y su hija nos muestran que es posible crear un cambio positivo, tanto dentro como fuera de los muros del centro penitenciario.