Dentro de los centros penitenciarios, las personas privadas de su libertad encuentran en la creación de productos artesanales una forma de expresión y una oportunidad para generar ingresos. Cuadros, muebles, artículos tejidos, bolsas, ropa y otros objetos son el resultado del esfuerzo y talento de estos internos e internas, quienes, a través de su trabajo, buscan no solo ocupar su tiempo de manera productiva, sino también contribuir económicamente a sus familias.
En Plan B identificamos el enorme potencial de estas actividades y decidimos dar un paso más allá, creando una iniciativa que permite que los productos elaborados por las personas privadas de su libertad lleguen al exterior y sean adquiridos por el público. Con esto, no solo logramos dar visibilidad a su trabajo, sino que también nos aseguramos de que las ganancias generadas lleguen directamente a los internos y a sus familias, brindándoles una fuente de ingresos estable y digna.
El proceso comienza dentro del centro penitenciario, donde los internos e internas reciben formación y materiales para la creación de sus productos artesanales. Estas actividades no solo les permiten aprender habilidades nuevas o perfeccionar las que ya tenían, sino que también les ofrecen un sentido de propósito y responsabilidad. Cada pieza que producen es única, y detrás de cada producto hay una historia de esfuerzo y superación.
Una vez que los productos están listos, en Plan B nos encargamos de promover y vender estos artículos a través de diferentes canales, incluyendo ferias, exposiciones y plataformas en línea. Hemos trabajado arduamente para crear una red de apoyo que permita que estos productos lleguen a un público más amplio, destacando la calidad y el valor del trabajo artesanal realizado por las personas privadas de su libertad. Cada venta no solo representa un ingreso económico, sino también un reconocimiento al talento y dedicación de los internos.
El dinero recaudado a través de la venta de estos productos se distribuye de manera transparente y directa. Una parte de las ganancias va al interno o interna que elaboró el producto, y el resto se destina a sus familias, muchas de las cuales dependen de estos ingresos para subsistir. De esta forma, el trabajo artesanal dentro de la prisión no solo beneficia a quienes lo realizan, sino que también genera un impacto positivo en la vida de sus seres queridos, creando un vínculo económico y emocional entre el interno y su familia.
Uno de los aspectos más gratificantes de esta iniciativa es ver cómo el trabajo artesanal puede transformar la vida de las personas privadas de su libertad. Para muchos de ellos, esta actividad les permite mantener una conexión con el mundo exterior, mientras que para otros representa una oportunidad de aprender un oficio que podrían ejercer una vez que recuperen su libertad. En ambos casos, el impacto es significativo, pues ayuda a mejorar su bienestar emocional y a brindarles una alternativa real para su reinserción económica y social.
En Plan B, creemos que la justicia también debe manifestarse en la creación de oportunidades concretas para las personas privadas de su libertad. Vender los productos que ellos mismos elaboran no solo es un acto de reconocimiento a su trabajo, sino también una forma de empoderarlos y proporcionarles una herramienta para mejorar sus condiciones de vida. Este programa es un claro ejemplo de cómo, a través de pequeñas acciones, podemos generar un cambio profundo en la vida de quienes están buscando una segunda oportunidad.